Como cada año, al llegar estas fechas tengo sentimientos encontrados. Por una parte alegría por comenzar las vacaciones y, a la vez, añoranza por aquellos alumnos que se van. Como siempre, aparecen miles de interrogantes: ¿Habrán aprendido lo suficiente? ¿Les habré ayudado a ser mejores personas? ¿Qué les espera a partir de ahora? ¿Serán felices…?
Esta profesión nuestra tiene eso, vivimos con la utopía de intentar sacar lo mejor que cada niño lleva dentro. Sí, realmente ser profesor es una de las labores más bonitas que existen. Pero no todo es tan idílico en esto; hemos tenido nuestros más y nuestros menos. Ha habido tiempo y lugar para todo: hemos reído, nos hemos enfadado, hemos aprendido y nos hemos esforzado, hemos sido buenos compañeros y otras veces hemos fallado….
Es cierto que las despedidas suelen ser tristes, pero hoy aquí estamos celebrando que hemos terminado una etapa en nuestra vida, y las celebraciones suelen ser motivo de alegría. Por tanto, queridos alumnos de 6º, os quiero ver contentos.
Hemos compartido muchas horas de nuestras vidas y esto es difícil de olvidar. Hemos pasado buenos momentos, aunque no debemos olvidar que lo que teníamos en común era llevar a cabo una gran tarea: formaros como personas y esto, siempre, requiere esfuerzo. Me quedo con esos gratos recuerdos y aprenderé de aquellas situaciones que no han sido tan agradables.
Me costará trabajo, mucho trabajo, saber que ya no os voy a dar clase, que ya no podremos echar esos buenos ratos. Echaré de menos esa pizarra que me encontraba en la clase de 6º A, la cual aparecía llena de piropos hacía mi persona. Me costará trabajo olvidar vuestras caras alegres y, sobre todo, recordaré con agrado el buen clima que ha existido en los tres sextos a los que he dado clase.
Os quiero dar las gracias por esos buenos momentos que hemos pasado, por haberme enseñado tantas cosas, por permitirme compartir con vosotros esa ingenuidad y esa espontaneidad muy propia de los niños. Es cierto que no todos habéis respondido de la misma manera a los objetivos que me tenía planteado, y es que no todos podemos ser iguales; a veces somos buenos en matemáticas pero no podemos bailar con gracia…
Me gustaría que recordarais que lo más importante es que el día de mañana seáis hombres y mujeres de bien, sea cual sea vuestro trabajo; lo importante es hacerlo de la mejor manera posible. No tener miedo por los nuevos desafíos que os esperan, y si por alguna razón tropezáis, esos momentos serán de crecimiento, de madurez y de experiencia de vida y no olvidéis nunca que si necesitáis de mí, aquí me tenéis.
Un recuerdo muy especial para José Alberto, que siempre está con nosotros.
Sólo me queda, desearos unas vacaciones felices; daros las gracias por la confianza que habéis depositado en mí y, una vez más, deciros que os esforcéis para poder llegar a ser auténticas personas, y que seáis muy felices. Adiós, muchachos y muchachas. Adiós, mis queridos niños de 6º. Adiós.
Con cariño, vuestra profesora de Religión.
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