El próximo Domingo, día 14, se celebra el Día de la Iglesia Diocesana con el fin de concienciar a todos sus fieles en la participación y colaboración con sus parroquias.
La Iglesia hace el bien de muchas maneras. Son muchas las aportaciones que presta a la sociedad.
En primer lugar, la Iglesia está presente en los acontecimientos más importantes y más cotidianos de millones de ciudadanos. En segundo lugar, ofrece a la sociedad valores permanentes que nos ayuden a crecer como personas y mejorar la convivencia entre las personas.
Además, la Iglesia ayuda a los más necesitados de la sociedad y lo hace con la entrega generosa de tantos y tantos colaboradores y voluntarios con que cuenta.
Asimismo, la Iglesia contribuye al desarrollo cultural y educativo de sus miembros y de todas aquellas personas que participan en ella. La Iglesia a lo largo de la historia ha creado, conserva y fomenta un impresionante patrimonio cultural y artístico, que configura la imagen de nuestras ciudades y pueblos y que es expresión de su fe.
Finalmente, la vida de la Iglesia como comunidad cristiana da lugar a múltiples asociaciones y a un amplio voluntariado que promueven actividades sociales, religiosas, recreativas y culturales, como acontece con cofradías, movimientos laicales e iniciativas de ocio, tiempo libre y promoción humana.
La Iglesia no busca privilegios, ni vive de las arcas públicas. Vive de la libre voluntad de sus miembros y el Estado es únicamente el gestor, el cursor de esta voluntad de los contribuyentes en lo relativo al 0,7% del IRPF, que, en cualquier caso, le será deducido al ciudadano. La financiación de la Iglesia a través de la asignación tributaria abarca sólo un cuarto de los recursos que precisa para poder realizar su misión. Los otros tres cuartos llegan de donativos, suscripciones periódicas, cuotas, aranceles, colectas, rendimientos financieros y buena y austera administración
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