miércoles, 8 de junio de 2011

Mi clase ideal



Todos sabemos que cuando se trabaja a gusto se rinde más y mejor, sea la actividad que sea. Si ello lo aplicamos al colegio, ¿cómo sería la clase ideal?

Es evidente la gran importancia de la amplitud de las aulas, la luminosidad, la calefacción, la limpieza, la ausencia de ruidos exteriores, materiales didácticos suficientes y apropiados, etc., pero no es menos cierto que hay factores inmateriales tan importantes o más que los mencionados. Entre ellos destacar las relaciones entre los profesores y alumnos, entre los profesores y los padres, y sin olvidar el papel de la Administración.

1) Relación profesor-alumno:

La base fundamental en la relación profesor-alumno, como en cualquier tipo de relación en la vida cotidiana, es el RESPETO MUTUO. ¿Y cómo se manifiesta este respeto?

Por parte del maestro, siendo agradable, entusiasta, cariñoso, ordenado y competente. ¿Y qué es un maestro competente? Aquel que cumple día a día la programación didáctica inculcando a sus alumnos el entusiasmo y las ganas de aprender, pues con esta cualidad básica la adquisición de conocimientos y su aplicación en el día a día por parte del alumno será un gran placer, mientras que de otra forma sería una tortura que le llevará al fracaso en el colegio y en la vida.

Por parte del alumno el respeto se expresa estando atento a las enseñanzas del profesor, siguiendo sus indicaciones y respetando a sus compañeros. ¿En qué consiste el respeto a los compañeros? Sencillamente en no distraerlos cuando están atendiendo en clase o haciendo los deberes, y cuando se está fuera de clase el respeto se manifieta mostrándoles amistad y no molestándolos.

2) Relación profesor-padres:

En la formación de los niños hay dos factores básicos: los padres y los profesores. La labor de los maestros y de los padres es complementaria una del otro, pues mientras los maestros son los principales responsables de impartir conocimientos, los padres son los principales responsables de la educación moral de sus hijos. Cuando los niños aprenden de sus padres valores morales como el respeto a los demás, la disciplina, el orden y el amor al trabajo bien hecho, ello repercute enormemente en que el trabajo del maestro alcance su mayor eficacia, siendo los alumnos los beneficiados.

3) Administración:

Por último, la Administración también tiene una parte de responsabilidad similar a la de padres y profesores. Destacaremos tres puntos negros que actualmente sufre nuestra enseñanza:

1º) Ratio (máximo de alumnos por aula): es a todas luces inadmisible que en pleno siglo XXI haya clases con 25 alumnos, y hasta 28. ¿Qué tipo de atención individualizada se puede dar con esta masificación? El problema es aún más acuciante en las clases de Infantil de 3 años, en donde ni siquiera hay monitoras que ayuden al maestro en un curso que pudiera parecer “simple guardería”, cuando en realidad es donde se ponen las bases de las normas de comportamiento y demás hábitos de los que dependerán el éxito del estudiante.

2º) Estabilidad laboral: pocas cosas destruyen más la enseñanza como una clase con continuo cambio de profesores. El no poner sustituto de un profesor ausente desde el mismo momento en que falta, o los contratos e interinidades de corta duración es un cáncer de nuestra enseñanza, que junto con la ratio y la indisciplina, explican claramente los deplorables resultados de los informes PISA.

3º) Burocracia: si no hubiese bastante con las aulas masificadas y los cambios de profesores, se añade la “papelitis”, es decir, una burocracia imparable e incontrolable para alimentar estadísticas de los políticos, y que roba el cada vez más el escaso tiempo que tiene el maestro para mantener contacto directo con los alumnos.

* Las soluciones a mi clase ideal cantan por sí solas.

Dani Lobato es un niño de Infantil de 3 años que sabe perfectamente cómo tienen que ser las relaciones entre profesor-alumno. Así nos lo demuestra en este dibujo realizado por él.

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